Nuevos Tiempos

- Dígame señor, ¿le sucede algo?
- No, Caronte, estoy bien.
- Lo noto más gris y sombrío de lo… normal. El aludido esbozó una burda sonrisa. Más gris de lo normal, pensó mientras observaba los miasmas que desfilaban delante de él. - ¿Seguro señor, que nada sucede? – continuó el anciano mientras recogía las cuerdas se su pequeña embarcación. - Seguro… he estado pensando en ampliar el lugar, sabes, creo que nos estamos quedando sin espacio… - Si usted lo dice amo… yo sólo cruzo el río… desde que usted me asignó esta tarea, la cumplo con orgullo… - Y te lo agradezco Caronte. Pero no te detengas más, frescas lamas diviso ya en la otra orilla… El anciano inclinó su cabeza y ocupó su lugar en la barca. Una invisible mano comenzó a guiarla. El otro hombre se mantuvo en su lugar, observando la inmensa oscuridad que se extendía frente a sus cansados ojos. Sombras, tinieblas, y más calígines, lo ú...