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Mostrando las entradas de julio, 2010

Soliloquio nocturno

El karma y la puta que te parió ... Fue lo primero que pensé cuando recuperé la conciencia aquella mañana. Eso tenía que ser, todo se paga en esta vida, algunas veces de las formas más insospechadas, otras con el mismo juego cruel y sangriento que uno se entretuvo antes. ¿No crees? Lo que hice contigo, ahora lo hacen conmigo, aunque de una forma más sutil, y más informada. Me explican aquello que no harán, yo fui más cobarde salí corriendo, y dejé la puerta abierta. Y ahí sigues tú, llueva o azote el viento, sigues ahí, para mí, y no entiendo porqué si ya bastante te hice sufrir, te ilusioné nos ilusionamos, pero no maldito miedo maldito temor de perderte, yo que te amaba tanto y sólo quería lo mejor para ti terminé por enredarme con un hijo de puta y su mundo de mentiras con el que aún me persigue de vez en cuando. En vez de quedarme refugiada al calor de tu pecho preferí jugar a la niña fuerte y dejarte atrás, yo quien tanto te quería no fui capaz de darte un explicación, una maldita
Y mientras yo suspiro, siento como tu mirada me deshoja. Quiero ser la flor de tu perfume, que en un abrazo recoja aquel insano deseo, y al sentirte cerca, las ansias de volar se hagan eternas. Y mientras yo suspiro, tú respiras tu pasado. Siento el frío, siento cerca el fin no detallado de ésto que creo mío, pero no tiene significado. Mal nacido, mal hallado, mal designio entre mis manos. Mal escrito, mal dictado, bueno el verso, mas no lo versado. Tinta verde, tinta roja, gris lacrado, mientras, con un beso voy sellando lo que el viento a puesto en mis trémulas manos...

Te escribiré una canción...

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Una suave melodía bajaba hasta la playa. Sobre la arena, los cuerpos resecos comenzaban a mermar. El sol teñía de arrebol las aguas y el cielo, como quien da pinceladas aleatorias sobre un lienzo vetusto, queriendo cubrir los trazos pasados, mal dados, mal impresos. Y eso pretendía ella. Mas la mano que apresaba la suya, se lo impedía, perdiendo precisión en sus movimientos, quitando fluidez a su vida. Pero como apartarse del único que no la juzgaba, que la adoraba sin disquisiciones, o que al menos eso simulaba. Echaron a andar contra el sol, dejando en la arena un camino con sus huellas, que más tarde borraría la marea alta, igual que el tiempo los recuerdos livianos de los amores sutiles. La melodía provenía un artefacto acomodado fuera de la línea que contenía la arena negra. Un organillero. Y qué preciosidad, un perico que daba la suerte. Ella le extendió una moneda, y el ave introdujo su cabeza en una réplica a escala de una casa, y sacó un papel amarillento. Lo tomó con cuidado,

Placer purpúreo

Con sus pequeñas manos trató de acaparar el mundo, mas tarde supo que poco podía contener entre los dedos. Un día caminó bajo la lluvia, sin luego enfermarse, y creyó ser insufrible. Otro día levantó la voz, fue escuchada y creyó que era portadora de la verdad. Efímeros caprichos nunca la condujeron por su deleznable camino, siempre firme, siempre templada. Un día llegó al final del arco iris, donde todo se vuelve púrpura, y creyó que esa visión era la prometida olla de oro de los cuentos de hadas y duendes. Sólo son cuentos, solía decir, sólo son inventos para las mentes sencillas. Pero creyó que ahí acaba su búsqueda, y se detuvo en silencio a respirar el perfume del regocijo. Nunca se aseguró de que el camino no continuase se conformó con lo hallado y en conservarlo se le fue la vida. Pero había todo un valle de mil colores por descubrir, eso lo supo ya muy tarde, cuando los árboles doblaban su cintura rugosa para besar el suelo, y el sol no era más que un punto fijo en lo alto del
Aún no aprendo a cerrar los ojos sin ti, y ya tengo miedo de que salga el sol. La mañana dorada nos espera tranquila, pero mi alma se remece al imaginar que no tendré tu calor al bajar la nueva noche.

Buenas noches, mi secreto

Por sus ojos abiertos en la tierra veré en los tuyos lágrimas un día. Eres tú mi mayor mentira. Mi mayor secreto. Mi mayor temor, y el más grande de mis dolores. Dicen algunos que el dolor más grande se vive en silencio, y yo he guardado tu nombre como a un capullo que crece a la intemperie. Dicen otros que perdonar es olvidar, pero yo no te olvido amada sin nombre. Si tan solo hubiese sido más fuerte, y en vez de temblar, armada de fuerzas, hubiese susurrado tu nombre a los vientos. Pero las dudas se arreciaron en mí, y frágil me vi, vulnerable, expuesta. Y frágil te vi, creador de mis padecimientos, y no vi más luz que aquella al final del túnel que me alejaba de ti. Y te dejé ir, y la despedida en sangre, y la sangre en dolor, y el dolor en culpa, y la culpa me tiene ahora donde me ves. Me pregunto si me verás, si sabrás que aquí estoy, cada día pensando en ti. Quizás un día me sorprendas en un mejor sueño, y no me atormentes como cada noche en una luctuosa pesadilla, y ent

Llueve

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El agua cae más rápido que mis ideas. Me ahogo entre las líneas oscurecidas. Llueve, llueve. Otras miradas buscan cruzar el riachuelo de sal. Llueve letras sobre la calle tapizada de absurdos. Nubes de sinsentidos dejan caer su carga sobre la gris ciudad. Llueve angustia, llueve deseo, mas no baja la paz que muchos buscan. Ríos de tinta humeden la tierra y bajan por la espalda de los amantes amilanados, perdidos en su letargo multicolor. La gota que recorre el cuero reseco de una memoria se pierde y desborda el infinito . Llueve sobre el papel, y yo me duermo esperando que salga el sol.

Delirio matutino

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Susurro bajo el viento. La noche más limpia del año, y las hojas tiritan de frío. Si sólo pudiera danzarle a la luna. Si sólo pudiera acunar en mis brazos el sueño más eterno. Lenguas de fuego azul se alzan sobre mi frente, y no hayo más compañía que el efluvio que riega mi boca. Labios resecos, espíritus blanqueados, demonios azules. Estertor de media noche. Suspiro. Río. Corro. Explosiono. Entrópicas ideas colman la vorágine de mis sentidos. Observo mis dedos elevarse como vahos rosaceos, son los dedos de Aurora que extiende sus brazos abriendo paso a nuevo día. Besos anisados, y el cuello transparente por el que resbalan mis labios. La noche se retira y yo con ella. Un mal día se viene encima. La luz pesa sobre mi cama. Cierrro los ojos. Es sólo un día, uno de aquellos malos, pero sólo un día.