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Mostrando las entradas de 2009

Hermoso día para morir

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A Tamara y Nathalia, dos de mis musas predilectas. Aquel día todo parecía perfecto. El cielo más azul que siempre. El perfume de las flores más dulce. El verde de sus ojos más vivo. Todas las cuentas saldadas. Todos los rostros alegres. Todas las sábanas limpias. Un día perfecto. Un día perfecto para morir. Y decidió vivir aquel día como el último. Y el siguiente. Y todos los que estaban por amanecer. Después de todo, todos los días podían ser perfectos para alguien, asi como cada día podía ser el último.

Epistaxis

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Mis ideas huyen de mí. Hemorragia de ideas. No las puedo contener, fluyen, fluyen en una vertiente de ideas rotas. Corren como niños en la pradera, como las aves cruzan el cielo al atardecer. Más que ideas parecen insectos, que revolotean y fastidian dentro de mi cabeza, que se alzan al cielo y regresan a la execrable tierra que todos vapulean. Más que ideas son heridas que no cicatrizan y sólo escuecen, por nunca llevarlas a buen puerto. Más que ideas son brasas. Queman. Arden. Abrasan. Se extinguen, y convertida en cenizas la hoguera que alimentaron se pierden en el viento. Polvo de eternidad. Y el polvo cae en mis ojos, como la arena que se enamora del viento y decide juguetear con él, y va a dar a los ojos de los caminantes de crepúsculos. Y ahora mis ojos sangran. Hemorragia de ideas. Ellas fluyen, huyen como si temieran perderse en el calabozo de mi mente. ¡No huyan! Son libres, pero no huyan. Jamás he convocado cancerbero a su puerta. Jamás he encadenado recuerdo a

Mentira

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Me miras a los ojos y juras decirme la verdad, tantas veces he visto la misma escena que ya no me conmueve. Me miras a los ojos y titubeas, tantas veces he visto la misma escena que ya no hay catarsis. Te miro a los ojos y juro creer tus palabras, tantas veces he visto la misma escena que ya olvidé el sentimiento primo. Pero te aviso desde ya, preciosa de ojos marrones, que no es menester mentir cuando hablas. Yo solo puedo mentirme. Así como ahora me miento; al creer que alguna vez me dijiste la verdad, al creer en la miel sincera de tus labios , al creer que alguna vez fuiste mía .

Evocación

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En esta noche de luna plena, varios somos los desvelados. Si cierro los ojos siento que algo se agita en mí. Es la fuente de los recuerdos que se inquieta en lo profundo; sus turbias aguas parecen esclarecerse, como si la corriente buscara limpiar el pasado, como si la roca purificara hasta el alma. Me pregunto cuántas lunas han visto mis ojos y he querido olvidar. Me pregunto cuántos rostros he borrado, cuántas manos he cortado, cuántos labios he marchitado. Quisiera saber cuántas lágrimas he derramado con sentido, pero sin razón. Y busco la razón de querer olvidar, de esa fuerza innata y vital, como un impulso, como un instinto elemental, que brota de mí y exhala mi piel, y que sólo busca adormecer el dolor de los recuerdos. Hay recuerdos dulces que se agrian y emponzoñan; hay otros con mejor sino, que amargos como ajenjo en su tiempo se endulzan como almíbar. Y son los malos recuerdos que se agitan bajo la luz de la luna, y no os permiten conciliar el sueño. Y para

No me gusta

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No me gusta lo que escribes. Ni como escribes. Ni sobre lo que escribes. No me gusta lo que piensas. Ni como piensas. Ni sobre lo que piensas. No me gusta lo que quieres. Ni como lo quieres. No me gusta lo que sueñas. No me gusta lo que pretendes. No me gusta lo que esperas. No me gusta cómo ríes, ni cuando lloras, ni cuando bostezas, ni cuando caminas. No me gusta cómo cocinas, ni como te estiras, ni como saludas. No me gusta cómo envuelves ni cómo abres los regalos. No me gusta. Pero amo, amo cuando dices que me amas.

A orillas del camino, espero

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La tierra es sucia porque nadie la quiere. El desierto es seco por esencia. Las idas son tristes porque dejan a alguien atrás. Los hombres somos débiles por ser hombres. El sol ilumina porque no puede apagarse. Las lágrimas son de sal porque secan un mar de sueños. Yo sigo aquí porque no tengo adónde ir. Como un ángel de alas rotas, como una sirena desterrada que entona letanías al viento, como el árbol que florece en primavera y deshoja en otoño. Continúo a orillas del camino, esperando recordar el porqué sigo aquí. Respiro porque no puedo detener mi corazón. Suspiro porque no tengo nada que extrañar. El cielo se resquebraja sobre mi cabeza, y sólo tengo mis manos para protegerme. La hierba crece y sólo tengo mis ojos para buscar el difuso camino. Soy un caminante frustrado, un caminante jamás ha de extraviarse, y yo me perdí en la pradera de tus ojos. Cansado y perdido, busco el camino de regreso, pero la hierba crece y me atrapa en el verde abrazo de la locur