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Mostrando las entradas con la etiqueta Delirio

Delirio matutino

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Susurro bajo el viento. La noche más limpia del año, y las hojas tiritan de frío. Si sólo pudiera danzarle a la luna. Si sólo pudiera acunar en mis brazos el sueño más eterno. Lenguas de fuego azul se alzan sobre mi frente, y no hayo más compañía que el efluvio que riega mi boca. Labios resecos, espíritus blanqueados, demonios azules. Estertor de media noche. Suspiro. Río. Corro. Explosiono. Entrópicas ideas colman la vorágine de mis sentidos. Observo mis dedos elevarse como vahos rosaceos, son los dedos de Aurora que extiende sus brazos abriendo paso a nuevo día. Besos anisados, y el cuello transparente por el que resbalan mis labios. La noche se retira y yo con ella. Un mal día se viene encima. La luz pesa sobre mi cama. Cierrro los ojos. Es sólo un día, uno de aquellos malos, pero sólo un día.

A veces creo...

Rápido corre el tiempo, sin piedad. Y miro hacia atrás y me pregunto por mis triunfos, más derrotas se ciernen sobre mi cabeza que todas las miradas anteriores. O quizás es solo que olvido con facilidad, y pretendo andar y desandar como si las huellas sobre la grava no fueran más que la delezanble silueta de viejos ensueños. Nunca sabré si lo que no hice estuvo bien o mal. Sólo sé que lo hice, y que no puedo arrepentir, ya es tarde. Pero nunca tan tarde como para no volver a cometer el mismo error. “La experiencia es simplemente el nombre que le damos a nuestros errores” Y será la experiencia de lo que nos jactaremos al final del día. Un día te dije, yo sé más sobre esto que tú, en el fondo quería decirte que había caído más veces, que era más vulnerable, que temía más que tú. Pero tomaste el camino errado, y temiste por ti, temiste de mí. Todos temen en algún momento, álgunos logran salvar sus miedos, otros se paralizan o huyen así como tú lo haces ahora. Flores marchitas adorna...

Noches vacías

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El silencio nocturno, el más duro de todos. La soledad la rodeaba, la oscuridad la consumía. Una débil chispa de vida en medio de la cama, y el humo del tabaco ascendía al cielo como un espíritu errante... Envuelta en las sábanas, consumía uno tras otro un paquete de cigarillos, el segundo del día. Cause I love you, yes, I love you... Las horas se volvían cenizas. El día entero cupo en el cenicero. La vida entera no era más que humo y cenizas... Una mañana, café negro y soledad. Una tarde, tabaco y soledad. Una noche, alcohol y más soledad. La casa era tan grande una vez que los invitados marcharon. Los muros tan fríos. El lecho se ampliaba cada vez que lo recordaba, cada vez que evocaba su perfume. Su aroma, aún recordaba la primera vez que se lo obsequió. Y el humo no llenaba su vacío. Ni el vacío del lecho, ni la sima de su pecho. Some hand in hand... ¿Cómo alguien que ya no está, sigue tan presente? ¿Cómo el vacío se expande en la noche? Y el tiempo se congel...

Amante de ninfas

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Amante de las ninfa de vino y miel, hijo perdido del sol y la luna, hombre de sal y barro que hierves en agua dulce y susurrante... ¿Has pensado alguna vez en un tus hijos? Aquellos diseminados por el mar como blanca espuma, aquellos que pueblan los campos como las estrellas el cielo, y que cruzan los aires como gorriones perdidos. Aquellos frutos de tu simiente, de cielo quebrado y pocas expectativas, que hurgan la tierra, y purgan sus males con ceniza; que creen que el sol es la vida, y la luna la muerte; aquellos hijos tuyos ya no pierden la esperanza, porque ya nacen sin ella. ¿Has pensado en ellos, amante de las ninfas profanas? ¿O aún te dedicas a surcar el océano de sirenas envejecidas por el odio? Recuerda a tus hijos, hijo de la vida, recuerda que necesitan tu mano y tu guía, recuerda que cuando tú buscaste a tu padre te cerró la puerta. No cometas el mismo error amante de las ninfas, y dale la luz que piden tus hijos.

Temores

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A mi hermano perdido... Me aferro a tus brazos de tragacanto, mientras tú te pierdes en las sombras. Quiero apartarlas, y serenar las aguas de tus ojos, quiero llenar de dicha tu rostro, quiero refljarme en tu valle de ensueño. Te esucho en silencio, como quien teme romper el sacro silencio. Suspiro despacio, como quien teme despertar al compañero. Y temo por ti, por tus palabras, por tus acciones. Temo que esa sombra posada en tu amplia frente te consuma como la noche a los solitarios caminantes. Temo que esa sombra te hago suyo, y esa pena inmensa nos consuma en su tórrida pesadilla . Temo que bajes la cabeza, y no quieras mirar más al cielo, y no quieras oírme, y no quieras besarme, y no quieras sentir más mi corazón cansado, y te quedes quieto, y te vuelvas calmo, y no haya placer capaz de complacerte. Y la sombra te consume, como la noche al cuervo solitario. Y yo entre tus brazos, temo por los dos. Temo que esa pena te quite el aliento, te cierrre los ojos, te vacíe las venas... ...

El fin del capítulo

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Es el fin. La última página de este largo capítulo. Se deshoja en tre mis manos. Me envuelve su perfume, huele a tinta, a incienso, a canela. Lo dejo sobre la mesa y recorro con mis dedos mustios sus bordes, sus límites. Observo con detención hasta donde he llegado. Me sorprende, el camino es más largo y más estrecho de lo que creí. ¿Por qué no caí al abismo, si sólo bastaba un paso en falso? Me pregunto tantas cosas. Tantas huellas. Tantos rostros. Tantas manos. Nunca estuve sola, recién caigo en razón. Rostros amables, sonrisas vacuas, miradas soñadoras. Tantas personas cuya voz jamás podré olvidar. Me observo en el espejo. Cómo he cambiado. Mi sonr isa, mi mirada, mi vientre. Me observo en el espejo, disto mucho de aquella que arribó hace un año a esta luminosa ciudad. Mis sueños, mis metas, mis emociones, mis sencaciones, tanto he cambiado, mas no la facilidad de mi risa ni la luz de mis ojos. Soy otra, pero sigo siendo la misma. Soy otra, y seguiré cambiando, seguiré creciendo. S...

A orillas del camino, espero

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La tierra es sucia porque nadie la quiere. El desierto es seco por esencia. Las idas son tristes porque dejan a alguien atrás. Los hombres somos débiles por ser hombres. El sol ilumina porque no puede apagarse. Las lágrimas son de sal porque secan un mar de sueños. Yo sigo aquí porque no tengo adónde ir. Como un ángel de alas rotas, como una sirena desterrada que entona letanías al viento, como el árbol que florece en primavera y deshoja en otoño. Continúo a orillas del camino, esperando recordar el porqué sigo aquí. Respiro porque no puedo detener mi corazón. Suspiro porque no tengo nada que extrañar. El cielo se resquebraja sobre mi cabeza, y sólo tengo mis manos para protegerme. La hierba crece y sólo tengo mis ojos para buscar el difuso camino. Soy un caminante frustrado, un caminante jamás ha de extraviarse, y yo me perdí en la pradera de tus ojos. Cansado y perdido, busco el camino de regreso, pero la hierba crece y me atrapa en el verde abrazo de la locur...

Luz de Luna

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Y me quedé queriendo sola , susurró la Luna. No te quejes, le reprendió la Estrella más cercana, querer siempre es un milagro. Siempre tendrás dos opciones, arriesgarte a ser dañado o dañar al otro por temor. Y si te quedas sola, en ti brillará una luz que iluminará tu camino aunque mantengas tus ojos cerrados. Y ahí se quedó la Luna, queriendo sola. Y ahí se quedó, iluminando su camino con lo que aún conserva del gran amor que una vez profesó, iluminando, también, los torcidos caminos de amantes consumidos por su delirio de amor y soledad infinita. Érase una vez la luna...

Hijos Argentados

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La luna, que es el capricho mismo, se asomó por la ventana mientras dormías en la cuna, y se dijo "Esa criatura me agrada". Baudelaire Mil noches podrían pasar antes de volver a distinguir la sombra de aquella dama en mi mente. Ah, maldigo aquella noche clara, en que la luna me hizo su hija. Un infierno de plata hizo mi vida, un argentado martirio. Los caminos torcidos se enderezaron y los rectos se torcieron, como si mi mente fuera invadida por los diablos azules. Las noches eran eternas al compás de su luz, y los días azarosos sin su divina presencia. Recuerdo la primera vez que leí a Baudelaire. Mil noches antes de que la dama se apoyara sobre mi hombro. Y sus sombríos pensamientos llenaron de ensueños mi ilusa mente. Ilusa. Ilusa. Cada día menos ilusa. Menos ilusa claro, pues ya poco queda por sorprenderme. ¿Algún día podré volver atrás y recuperar lo perdido? Maldita inocencia que se evanece como el rocío por la mañana. Antes de comenzar a apreciarlo, ya no puedes goza...

Y estás ahí...

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Y estás ahí, quieta, silente, con los ojos fijos en la nada, con los ojos fijos en lo profundo de mis aguas, con los ojos fijos en mi mirada. Y estás ahí, tendida, aletargada, como si ignoraras lo que tu mirada provoca en mí. ¿Deseo? ¿Desprecio? Me pregunto qué me dicen tus adormilados ojos, llenos de vida, pero álgidos e impenetrables como sólo ellos pueden serlo. Indago en ellos, pero se mantienen mudos como tus labios. No hablas, sólo observas. Quizás intentas averiguar qué es lo que pienso. Quizás tus divagaciones se alzan por sobre mi cabeza, perdidas entre etéreos acompañantes y no hay en ellos cabida para algo tan profano como mi persona. Si sólo supieras como te idolatro. Si sólo entendieras cuanto deseo ser tu dueño. Si sólo conocieras el número de mis desvelos causados por tu mirada, mucho tiempo antes te habrías entregado a mi abrazo. Y ahora estás ahí. Frente a mí. Tendida sobre mi cama. Llamando mi piel. Llamando mi cuerpo. Esperando a que me acerque, y t...