Noches vacías
El silencio nocturno, el más duro de todos. La soledad la rodeaba, la oscuridad la consumía. Una débil chispa de vida en medio de la cama, y el humo del tabaco ascendía al cielo como un espíritu errante... Envuelta en las sábanas, consumía uno tras otro un paquete de cigarillos, el segundo del día. Cause I love you, yes, I love you... Las horas se volvían cenizas. El día entero cupo en el cenicero. La vida entera no era más que humo y cenizas... Una mañana, café negro y soledad. Una tarde, tabaco y soledad. Una noche, alcohol y más soledad. La casa era tan grande una vez que los invitados marcharon. Los muros tan fríos. El lecho se ampliaba cada vez que lo recordaba, cada vez que evocaba su perfume. Su aroma, aún recordaba la primera vez que se lo obsequió. Y el humo no llenaba su vacío. Ni el vacío del lecho, ni la sima de su pecho. Some hand in hand... ¿Cómo alguien que ya no está, sigue tan presente? ¿Cómo el vacío se expande en la noche? Y el tiempo se congel