Epistaxis

Mis ideas huyen de mí. Hemorragia de ideas. No las puedo contener, fluyen, fluyen en una vertiente de ideas rotas. Corren como niños en la pradera, como las aves cruzan el cielo al atardecer.

Más que ideas parecen insectos, que revolotean y fastidian dentro de mi cabeza, que se alzan al cielo y regresan a la execrable tierra que todos vapulean.

Más que ideas son heridas que no cicatrizan y sólo escuecen, por nunca llevarlas a buen puerto.

Más que ideas son brasas. Queman. Arden. Abrasan. Se extinguen, y convertida en cenizas la hoguera que alimentaron se pierden en el viento. Polvo de eternidad.

Y el polvo cae en mis ojos, como la arena que se enamora del viento y decide juguetear con él, y va a dar a los ojos de los caminantes de crepúsculos. Y ahora mis ojos sangran. Hemorragia de ideas. Ellas fluyen, huyen como si temieran perderse en el calabozo de mi mente.

¡No huyan! Son libres, pero no huyan. Jamás he convocado cancerbero a su puerta. Jamás he encadenado recuerdo alguno a mi historia.

¡No huyan!

Me desangro en ideas, de ideas. Aborto espontáneo de ideas, que fluyen, que escuecen, que abrasan, que surcan el cielo como el humo y las cenizas de una hoguera que se extingue...





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