Eva
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Y el paraíso se creó para ti, por tu causa, por tu existencia, para tu permanencia, para que lo descubrieras, para que lo gozaras, para que lo cultivaras y lo cuidaras.
Y el paraíso en ti vive, y en ti muere. Contigo existe, sin ti perece.
Tú eres quien decide si habita en él como el paraíso que es, o si sólo te refugias en él por no poseer más tierra que esta.
Y es esta tierra, la que se abre para ti. Y es esta tierra la que besa tus pasos. Y son tus pasos los primeros que recorren sus rincones, y es tu sudor el primero que mancilla sus costados, y es tu simiente la primera que se extiende por su fértil seno.
Para ti fue concebida, con sus montañas, simas y abismos, con sus tormentos y sus peligros. Para ti la tierra fue creada, para que en ella habitaras y la hicieras tuya. Para que tuvieras abrigo y también futuro, para que tuvieras compañía y también compañera. Porque ella es quien se entrega a ti, sin pedirte nada a cambio, es ella quien dará el fruto de tu esfuerzo, es ella a quien se llamarás tuya.
Y la tierra te seguirá, ella está unida a ti por la sangre y por la piel, la tierra te ama y no te abandonará sólo porque quieras buscar otros horizontes. La tierra te acogió en su regazo, y te acunó, y te amó, y por siempre te buscará entre los demás hombres.
Porque la tierra fue bautizada Eva, y Eva camina junto a ti.
Pero no todas las mujeres son Eva. Sólo la tierra que te elige recibe ese nombre. Y es esa tierra la que será adscrita a tu piel, aunque la dejes, aunque intentes deshacerte de ella, ella siempre será tu Eva, tu dueña, la tierra para ti fecunda.
Y tus pasos muchos valles recorrerán, buscando aquella tierra que sientas propia. Pero atrás habrás dejado aquella a la que más has entregado.
Quizás un día halles una tierra apropiada para ti, y te acogerá aun con más amor que tu Eva. Y en ella querrás construir tu futuro, y en ella querrás cultivar tus sueños y esperanzas, y serán sus frutos los que venerarás en el altar de su seno.
Y quizás, tú seas su Adán, el primero en estropear su serenidad, el primero en recorrer sus rincones, el primero en cortar sus flores. Pero sabrá que sobre tu cabeza pesa el polvo de otra tierra, y aunque le jures que ella es quien tanto ha buscado, la tierra sabe que no le perteneces…
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