Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2010

Conocidos a medias

Imagen
La rueda no paraba de girar, y él solo atinaba a suspirar. Mala suerte la mía, mala suerte la tuya. Y no paraba de repetir lo mal que lo había tratado la vida. Yo lo conocí un día en un bar. De esos decadentes y míseros, que frecuenté en las noches más frías y solitarias, en busca de un rincón cálido en el que reposar la cabeza al amanecer. Pero al día siguiente volvió, como un perro que conoce sus error y regresa donde su amo; y al pasar las lunas, en eso me convertí, y antes de que me diera cuenta, ya dirigía su vida. Tenía un trabajo, tenía el semblante tranquilo. En mi desesperado esfuerzo por aferrarme a algo, comencé a hacer de él el árbol en cuya sombra me refugiaría. Su espíritu libre se aburguesó de a poco, siendo yo la culpable de aquel juego insano. Una noche desenfrenada, sacó afuera toda su ira. Temí por mi persona, y tomé la determinación de no verlo más. Pero su imagen era algo más que un mal sueño que se olvida por las mañanas. Creí que sería fácil. Fue fácil sacarlo d

Yo confío

¡Mira que nos acechan todavía! La cultura de la traición impone su mentalidad una vez más, confiar en los dientes es morder la propia lengua. Morder las palabras como frutas prohibidas, y callarse, y secarse, y consumirse en un aullido contenido. Todos mienten, todos mentimos lo sé, lo sabemos, y lo desoímos. Y creemos y confiamos en el frágil puente de las relaciones. Padres, amigos y hermanos, sombras que siempre algo ocultan en su seno; y hasta la sima más profunda de la tierra, es incapaz de esconder tantos secretos como el alma humana puede hacerlo. Yo bien sé que no debo confiar, más siempre abro trémulo el corazón y lleno de esperanzas, en ti confié, en ti confío, en ti descanso, en ti suspiro. Mas, por ti no doy la vida, por ti no arriesgo la cabeza. La vida me enseñó que aquel que quiere confiar sin razón en ti, es aquel que no te quiere para bien. La vida me enseñó que no importa cuando te des cuenta que mal te han querido, pues siempre el otro será un día por otro juzgado.

A veces creo...

Rápido corre el tiempo, sin piedad. Y miro hacia atrás y me pregunto por mis triunfos, más derrotas se ciernen sobre mi cabeza que todas las miradas anteriores. O quizás es solo que olvido con facilidad, y pretendo andar y desandar como si las huellas sobre la grava no fueran más que la delezanble silueta de viejos ensueños. Nunca sabré si lo que no hice estuvo bien o mal. Sólo sé que lo hice, y que no puedo arrepentir, ya es tarde. Pero nunca tan tarde como para no volver a cometer el mismo error. “La experiencia es simplemente el nombre que le damos a nuestros errores” Y será la experiencia de lo que nos jactaremos al final del día. Un día te dije, yo sé más sobre esto que tú, en el fondo quería decirte que había caído más veces, que era más vulnerable, que temía más que tú. Pero tomaste el camino errado, y temiste por ti, temiste de mí. Todos temen en algún momento, álgunos logran salvar sus miedos, otros se paralizan o huyen así como tú lo haces ahora. Flores marchitas adorna

Tu amplia sonrisa

Imagen
Sólo por hoy no te disocio de mi pluma. Eres tú, sí, no lo dudes. Lo que no te digo a la cara, te lo explico en mi propio mundo. Pocas miradas se han llevado mi pensamiento, pero tus ojos son fuentes donde podría ahogarme sin resistencia. Pocas manos han merecido las mías, y no es por sonar arrogante, pero sólo un par de veces he querido sostener otro par entre las mías con la misma intensidad. Muchos labios, no te lo niego, más de los que tú has besado; pero los tuyos poseen un efluvio distinto, un aroma envolvente, una miel tan amara, que me deja sin aliento, sin sensaciones. Cuando caiga la noche, una noche no muy lejana quizás, podré abrazarte nuevamente, y recogerme en ti. Y me pedirás que te dé libertad, que no intente dominarte; yo sonreiré en la penumbra, ¿como ponerte bajo mi sombra si bien sé que nunca estarás tan cerca? Y pareciera que sé tanto de ti, pero sé que eres un jardín lleno de recovecos. Pero nada espero de ti, como un labrador que espera la estación sin animarse a

Hombre sembrando esperanza

Imagen
Era el hombre a contraluz. Era un hombre contra el viento. Refugiado en la temerosa penumbra del ocaso. Su piel morena blanqueada por el polvo. Sus ojos marchitos humedecidos por la pena. Encerrado en un cuarto desmoronado; preso del infinito y la agreste tierra. Era un hombre revolviendo escombros. La vida entera se deshizo en sus manos. Trozos de barro seco y polvo de sueños lejanos; rodeado de cientos de cientos de recuerdos quebrados. Era un hombre sumido en el barro. Era todo cuanto había logrado. Frágiles esperanzas nos da la vida. Débiles triunfos, luego viene el llanto. Aquello obtenido, ahora derrumbado; quien tuvo su hoguera, ahora nada en cenizas. Pero el hombre guardaba esperanzas; tendremos casa nueva, más linda, más amplia . Y con sus manos movía terrones, como de joven labraba la tierra. Yo observaba la silente labor del hombre con voluntad de acero. Cómo alguien tan viejo y cansado, podría ver entre el polvo un destello. Pero el hombre seguía su tarea, sembrando en el a

Laguna mental

Imagen
No digo tu nombre, pues tú lo conoces mejor que yo... Ayer vi tu doble. Quizás tu alma en pena. Y cuando lo tuve frente a mí, me alegré de que no fueras tú realmente. No es que tema estrellarme contigo en algún rincón de esta gris ciudad, o en los recovecos de un bar ahogado por el humo de la miseria. Es sólo que me quedé con el pecho vacío de tanto correr lo más lejos que podían llevarme mis pies, lo más lejos posible de ti. Temí quedarme adosada a tu pecho y no poder respirar más que tu aire... El otro día desperté abrazada a una espalda desnuda, y me pregunté si esa habría de ser tu espalda desnuda, de haber pasado aquella contigo. Siempre me pregunto esas cosas, no es que añore lo que nunca fue; es sólo que las palabras no dichas quedan sueltas y oscilantes en la sima de mi alma. Cosas así son las que me despiertan a media noche y me obligan a buscar papel y pluma, pluma exangüe y moribunda, pero pluma después de todo. Pensamientos que abruman las entrañas, y escocen como sal en la