Yo no me callo, sólo descanso mi voz. Yo no desconfío, sólo cuido lo que amo. Yo no temo, sólo dudo del que promete. Yo no busco, sólo encuentro. Yo no escucho, sólo dejo que la brisa traiga sus melodías a mí. Yo no respiro, sólo dejo que la vida me sorprenda. Yo no lloro, sólo convierto mis ojos en océanos de sal. Yo no sueño, sólo espero que las estrellas cambien de arte. Yo no sonrío, sólo dejo que las emociones jueguen con expresión. Yo no camino, ni siquiera me muevo, sólo dejo que mi sangre recorra mis venas y mi corazón palpite sin cesar. Yo no me pierdo, sólo busco otros rumbos, Y si no regreso, es sólo porque ya no voy por el mismo camino.
Yo no vivo, sólo existo...
"La lluvia será la música que despida nuestros últimos pasos juntos" Yo nunca quise extrañarte. Pero imaginé tu desnudez, y la calidez de tu pecho. Yo no quería extrañarte, pero hoy es jueves, y me invade la nostalgia de mitad de semana. Una vez que te dije que odiaba extrañar las cosas que nunca regresaran, mas prefiero creer que un día cualquiera tocarás mi puerta, y beberemos juntos una copa de vino. Hace poco llovió, y en las calles anegadas estaban grabados nuestros paseos al atardecer. Hace poco cayó la última hoja, y en ella estaba escrita nuestra última promesa. Y si bien ya no te extraño, a veces quisiera tenerte cerca, o al menos ver tu sonrisa de cuando en vez. La gente muere cuando la olvidas, y ya comienzo a perder el brillo de tus ojos. Y no quiero dejar flores sobre la losa de nuestra historia. No quiero perder tu sonrisa, ni el calor de tus manos. Quiero el perfume de tus cabellos, y tu abrazo cercano. No quiero que te conviertas en las cenizas
Aquella mañana abrió los ojos pensando “me queda un día más”. Se levantó con todas las ilusiones de disfrutar al máximo la oportunidad de ver el sol nuevamente. Pero al salir todo estaba oscuro. El sol se había consumido entre negras nubes. Así como las almas de los hombres se consumen en el egoísmo y la ambición, pecados de los cuales ella estaba limpia. Ella era la única que podía aún podía observar en qué habían convertido su cálido mundo.
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