Apagué el cigarro en el vaso. Si mi madre me viera haciendo eso, sufriría un ataque; si mi madre estuviera viva, moriría de un ataque al ver el desastre en que me he convertido, al ver al límite que he llegado.
Siempre pensé que podría ser peor, y que todo iría bien; aunque tardara un poco.
Pero me equivoqué, ahora lo veo, tenía que consumir cerca de treinta años y muchos cigarrillos para ver claro.
Suspiro. Leo el diario. Me pregunto si habrá lugar allá afuera para aquellos que fuimos derrotados en extemporáneas batallas y nunca sanamos nuestras heridas. Veteranos de la vida, autoexiliados, suicidas sin destino. Suspiro, lo único que hago cada día de forma rutinaria.
Dejé de hacerlo por un tiempo, alguien me pidió fe, y la tuve por ese alguien. Alguien me pidió fuerza, y arrecié mi espíritu por ese alguien. Ahora chequeo mi correo, mi contestadora. Y no hay señales de ese alguien que pidió tantos deseos que le fueron concedidos.
Tomo otro cigarrillo y lo observo consumirse. Se apaga como la luz de los días, como el color de mis mejillas.
El milagro nunca fue. Era demasiado bueno para ser verdad. Y yo mientras, me arrodillaba para orar a falsos ídolos y promesas de eterno amor resecas.
Siempre pensé que podría ser peor, y que todo iría bien; aunque tardara un poco.
Pero me equivoqué, ahora lo veo, tenía que consumir cerca de treinta años y muchos cigarrillos para ver claro.
Suspiro. Leo el diario. Me pregunto si habrá lugar allá afuera para aquellos que fuimos derrotados en extemporáneas batallas y nunca sanamos nuestras heridas. Veteranos de la vida, autoexiliados, suicidas sin destino. Suspiro, lo único que hago cada día de forma rutinaria.
Dejé de hacerlo por un tiempo, alguien me pidió fe, y la tuve por ese alguien. Alguien me pidió fuerza, y arrecié mi espíritu por ese alguien. Ahora chequeo mi correo, mi contestadora. Y no hay señales de ese alguien que pidió tantos deseos que le fueron concedidos.
Tomo otro cigarrillo y lo observo consumirse. Se apaga como la luz de los días, como el color de mis mejillas.
El milagro nunca fue. Era demasiado bueno para ser verdad. Y yo mientras, me arrodillaba para orar a falsos ídolos y promesas de eterno amor resecas.
Comentarios
Conozco mucha gente que ha perdido a su madre (muchos amigos y muy cercanos por lo demás), no logro entender como siguen en pie, si yo tuviera semejante pérdida, creo sería la mayor derrota emocional, no tendría fuerzas para prender si quiera un mísero cigarro.
¿será una victoria continuar consumiendo oxígeno o es que nos conformamos con muy poco?
yo aún no puedo saberlo,
espero que algún día respondas aquella pregunta para mí
Kevin: yo no conozco a nadie, así que dudo que alguna vez halle la respuesta; aún así mis ideas pueden llegar más allá de lo que espero.
El hablante debiese tener fe y fuerza por si mismo, te lo digo ahora que tengo la energía y voluntad para hacerlo, pues yo más que nadie entiendo que aveces solo se quiere echar tierra sobre la propia tumba, pero de esas historias ya he leído mucho y no tienen nada de nuevo, casi como hablar de putas tristes o heroinas dulces, so bad.
Me comentario suena entrometido y soberbio, no debería sonar así, pero no sé como colocarle los puntos para que asi no parezca xD
Lo siento
mis saludos y admiraciones varias xD
Une esa dos cosas y conocerás la gloria.
Un abrazo.