Amante de ninfas
hijo perdido del sol y la luna,
hombre de sal y barro
que hierves en agua dulce y susurrante...
¿Has pensado alguna vez en un tus hijos?
Aquellos diseminados por el mar como blanca espuma,
aquellos que pueblan los campos como las estrellas el cielo,
y que cruzan los aires como gorriones perdidos.
Aquellos frutos de tu simiente,
de cielo quebrado y pocas expectativas,
que hurgan la tierra, y purgan sus males con ceniza;
que creen que el sol es la vida, y la luna la muerte;
aquellos hijos tuyos ya no pierden la esperanza,
porque ya nacen sin ella.
¿Has pensado en ellos, amante de las ninfas profanas?
¿O aún te dedicas a surcar el océano de sirenas envejecidas por el odio?
Recuerda a tus hijos, hijo de la vida, recuerda que necesitan tu mano y tu guía,
recuerda que cuando tú buscaste a tu padre te cerró la puerta.
No cometas el mismo error amante de las ninfas, y dale la luz que piden tus hijos.
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