Tu nombre en la cascada
Tiempos aquellos en que la verdad era diminuta, y la maldad algo más sencilla. Desconocíamos la mentira, desconocíamos las malas intenciones.
Éramos seres etéreos, diáfanos, no ocultábamos nada. Como una flor que da su perfume sin importar quien la desenraice, como el ave y su trino matutino, como la cascada que baña la roca… Sin importar donde fueras, eras tú, en todo tu esplendor.
Pero las reglas han cambiado.
Ya no eres tú. O ya no eres la que conocí una vez, hace años. Aquella que me saludó con su retraída sonrisa, y sus amplios ojos… Ya no eres la muchacha de mirada franca, y transparente.
Ya no eres la mujer que quise, más aún daría mi vida por ti.
Sé que has cambiado conforme lo ha exigido tu vida, y comprendo. Y aún así correría a tu lado con solo un débil llamado. Pero te desconozco. Y temo desconocerte cada día más. Ya no amas lo que antes te agradaba, ya no crees en lo que antes te sostenía. El tiempo se ha encargado de volverte mujer, mientras yo sigo en los rodeos de la infancia. ¿O es sólo que yo me resisto a cambiar y mejorar? Mientras tú aceptas las dádivas que la vida te ofrece, en ésta, tu más bella primavera.
Algunas veces evoco en sueños aquellas tardes perdidas. Lejanas ya más que tu risa. A veces escucho tu nombre en la cascada de mis recuerdos. Quizás un día ahogue tu recuerdo, y ame tu nuevo reflejo.
Comentarios