Eclipsada

Ya sé, ya sé, fue sólo un momento, difuso, callado, fugaz. Un astro eclipsado por otro astro, cuya sombra no podría opacar por siempre a ese de quien se aferraba.
Aún así me niego a aceptarlo, me niego a creer que me he convertido en el satélite de uno, y que aún giro a su alrededor, solitaria, monótona, derrotada; mientras ese que venero no detiene su paso raudo para aceptar mi abrazo.
Soy una condenada a la soledad, de esas que por propia mano han atado el cadalso a su cuello; no sufro por su ausencia, no, sufro su indolencia.
Y regreso al lugar en que todo comenzó, para no detener mi marcha cansada; mientras, ese  a quien venero en silencio, sólo se digna a rozarme brevemente con su sombra.

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